La leyenda del árbol de Navidad. 08/12/2010

Es una tradición que se remonta muchos años atrás en el tiempo, entre el segundo y el tercer milenio.

En aquel tiempo los pueblos indoeuropeos, que habitaban Europa y Asia, creían que los árboles eran la expresión de la fuerza de la naturaleza y los adoraban. Como al llegar el otoño y el invierno, las hojas caían, las personas trataban de decorar el árbol de diferentes maneras.

Hay tantas leyendas sobre los orígenes del árbol de Navidad. Estos son algunos de los más sugerentes.

El abeto era uno de los árboles en el Jardín del Edén, para ser precisos, el Árbol de la Vida. Cuando Eva tomó la fruta prohibida, sus hojas se cerraron hasta convertirse en agujas y no volvieron a florecer hasta el nacimiento del Niño Jesús. Viene considerado el Árbol del Bien y del Mal porque cuando Adán fue expulsado del Edén trajo consigo una ramita que luego se convirtió en el abeto que sirvió para la Santa Cruz y luego se convirtió en el Árbol de Navidad.

En cambio otra leyenda establece el origen de la tradición entre los alemanes: en una aldea, en la víspera de Navidad, un niño fue al bosque a buscar un tronco de roble para quemar en la chimenea como era tradición. Pero retardándose se perdió durante una fuerte nevada. Para protegerse de la nieve se refugió bajo del único árbol todavía verde, en medio de todas los otros arboles y plantas desnudas. Ese árbol era el abeto.

El niño, con frío y asustado, se acurrucó a los pies del tronco y se durmió. El árbol se compadeció y para repararlo mejor del frío bajo sus ramas al suelo, como formando un refugio para protegerlo. Por la mañana lo despertaron las voces de los aldeanos que lo buscaban. Solo después de encontrarlo, todos notaron el maravilloso espectáculo que la naturaleza había creado: la nieve, que descansaba sobre las ramas, había formado decoraciones brillantes que junto a tantos cristales de hielos brillaban a la luz del sol.

Así el abeto fue tomado como símbolo de Navidad y en todas las casas se decora e ilumina para recrear el espectáculo deslumbrante que apreciaron los granjeros, la mañana de Navidad. Algunos atribuyen esta tradición a antiguos orígenes paganos, cuando un tronco se quemaba el día del solsticio de invierno en homenaje al Sol.

De aquí se derivan diversos significados: las luces son los destellos o chispas de las hogueras, las decoraciones representan la esperanza de prosperidad, el abeto es el símbolo de la esperanza del renacimiento y los hilos de oro y plata son el pelo de las hadas.

Los antiguos alemanes colgaban algunas piedras de colores para llamar a los espíritus que huyeron con la caída de las hojas. Con el tiempo estas piedras de colores fueron reemplazadas por guirnaldas, listones y frutas de colores haciendo que la tradición se vinculara cada vez más con la Navidad al punto que los misioneros reemplazaron el roble por el abeto, ya que su forma triangular simbolizaba la Santísima Trinidad.

La tradición del árbol de Navidad, tal como la conocemos hoy, nació en Alemania en 1611. Se dice que la duquesa de Brieg tenía todo preparado para celebrar la Navidad en su castillo, pero notó que un rincón de su sala estaba vacío. Entonces salió al parque para buscar algo adecuado para decorar, encontrando un abeto pequeño. Lo hizo trasplantar a una maceta y llevarlo a su salón.

En Tempo di Festa también tenemos el árbol de Navidad... ¡sólo que hecho con globos!

En muchas hogares decorar el árbol, en algún lugar especial de la casa, es una bella ocasión para reunirse en familia. Se puede decorar usando adornos de colores, generalmente oro, plata y rojo según la tradición o lo que esté de moda o lo que te guste más. Los adornos pueden ser comprados o mejor aun hechos por ti misma y tu familia. Incluso puedes usar todo tipo de objetos para la decoración de tu hogar como almohadas, imágenes, libros, etc.

Lo importante es que cualquiera sea la decoración de tu hogar, pases tiempo en compañía de tu familia, ya que esta es la verdadera magia de la Navidad, el amor y la unión.